¿Qué es un límite?
Se trata de un tema importante, y seguramente uno de los más vitales para un educador, padre o persona que quiera educar y/o criar correctamente.
Ahora bien, el límite es la línea que separa el lugar en el que se puede estar del que no.
En muchas ocasiones los limites representan imposiciones autoritarias; de esta manera solo se crea insumisión o rebeldía.
El límite debe responder a un criterio de coherencia y respeto por el ritmo natural de los más pequeños.
Asimismo, los límites nos permiten definir hasta donde, como y cuando establecemos la distancia que consideramos buena y óptima para nuestra seguridad y bienestar emocional.
Es oportuno recalcar que los límites no deben ser rígidos; sino que pueden ser modificados en función de una situación concreta.
Hay que recordar que los menores de tres años aún no han desarrollado la estructura cerebral que les permite regular su estado emocional, por lo que los límites a edades tempranas podrían ser la antesala de discusiones interminables, ya que el razonamiento del niño no llegará a ningún acuerdo con el del adulto.
Así que a los menores de tres años conviene ofrecerles otras alternativas, ser creativos en lugar de restrictivos. Decir demasiadas veces que "no" y establecer límites muy rígidos podría no ser educativo en edades tempranas.
A partir de los tres años podemos empezar a establecer una serie de límites claros y sencillos, pero siempre respetando las emociones de los más pequeños.
Sin embargo, lo ideal sería llegar a acuerdos a partir de un modelo educativo democrático. De este modo responder a intereses diferentes y aceptar posiciones, dejando que el niño y el adulto ganen y pierdan.
Para un buen vínculo educativo es imprescindible la escucha mutua, la negociación y la anticipación, así como afrontar los límites desde la serenidad y la complicidad.
"No hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y con prisa".
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